El diminuto Reino de Bután, un país montañoso situado en el Sur de Asia y localizado en los Himalayas y donde se práctica el budismo como religión
oficial, es todo un ejemplo para los países occidentales. Como país, se
propuso un reto, abrió una puerta a una manera diferente de ver y hacer
las cosas en base a un indicador que mide la felicidad de todos sus
habitantes. El indicador FIB o Felicidad Interior Bruta.
El término fue acuñado por el rey Jigme Singye Wangchuck en 1972
quien dando inicio a su reinado se encontró ante la difícil decisión de
elegir el camino por el que quería conducir a su pueblo. Ejemplos más
allá de sus fronteras no le faltaban, la mayoría, modelos que
coincidían en un gobierno y grupo de ciudadanos concentrados en alcanzar
riqueza económica.
Pero Jigme Singye Wangchuck, encontraba en estos
modelos algunas grietas: por un lado, sólo algunos lograban alcanzar esa
riqueza tan ansiada que se acumulaba en pocas manos dejando a otros en
la miseria; por otro lado, ese objetivo único de obtener dinero en base
a la explotación de recursos, dejaba el medio ambiente desprotegido y
aniquilado. El gobierno y los ciudadanos debían entonces mirar hacia
otro objetivo que no fuera simplemente el económico.
Como resultado de esta simple reflexión aparece en escena el indicador FIB o Felicidad Interior Bruta que viene a ocupar en Bután el lugar del por todos conocidos indicador PIB o Producto Interior Bruto.
Ambos indicadores tienen el objetivo de medir el bienestar de una
sociedad, pero mientras el PIB se basa en valores materiales; teniendo
en cuenta la producción de bienes materiales y servicios de una
sociedad en el plazo de un año, el FIB se basa en la
felicidad y bienestar de las personas que viene dada por una serie de
factores además del económico. El desarrollo económico, desde este punto
de vista, se obtiene también de una forma más sostenible.
La felicidad por supuesto tiene que ver también con
términos económicos, pues eso permite al gobierno poner a disposición
del pueblo los recursos básicos como son la sanidad y la educación; pero
no sólo. Y en este no sólo radica la diferencia. Y cuando el foco
incide más en estos nuevos indicadores, los resultados son
irremediablemente distintos.
Jigme Singye Wangchuck basó por tanto su reinado en una simple pregunta ¿Qué hace a mis ciudadanos felices? Con
esta pregunta traspasa su poder también al pueblo, convirtiendo a Bután
en una monarquía parlamentaria en 2008 y en la democracia más joven
del mundo donde la filosofía de desarrollo FIB es el orgullo de sus habitantes.
El FIB se fundamenta en los siguientes principios:
-Buena gestión de los asuntos públicos
-Desarrollo económico equilibrado
-Conservación del medio ambiente
-Preservación y fomento de la cultura
Sobre todo, el gran éxito de este modelo de desarrollo en Bután es el
estar consiguiendo abrazar la modernidad y la globalización dejando
intactos los valores y tradiciones propias. Bután, sólo coge lo mejor
del progreso y no permite que este arrase la esencia de su cultura. De
esta forma Bután se ha convertido hoy en un verdadero campo de cultivo
fértil para nuevas ideas y nuevas formas de hacer las cosas en el que
muchos países tienen puestos hoy sus ojos y sus esperanzas.
Un video explicativo sobre el FIB en Butan:
Considera a Butan como un pais ejemplar para el nuestro y sigue luchando en la busqueda de tu felicidad.
Que tengas una buena vida.
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